miércoles, 25 de marzo de 2009

El Halcón Trovador 1



A continuación os ofrecemos en dos partes sendos artículos relacionados con esta obra póstuma de Manuel Gago; "El Halcón Trovador". En primer lugar, la presentación del libro que fue editado en 1992 por El Boletín, donde Manuel Gago Quesada, hijo de Manuel Gago García nos revela los pormenores del mismo y denuncia el sometimiento que su padre padeció durante toda su vida profesional tanto en el ámbito censor como en el de la titularidad de sus creaciones.

Mañana completaremos la información referente al "Halcón Trovador" con un excelente artículo de nuestro amigo Manuel López

Ficha técnica:Título: El Halcón Trovador
Guión y dibujos: Manuel Gago Garcia. Las 10 últimas páginas son de su hijo Manuel Gago Quesada.
Edita El Boletín.
Año 1992

El Halcón Trovador
El presente volumen, editado doce años después de que falleciera su autor, es de inestimable valor para todo aficionado a la historieta de los Grandes Maestros del Tebeo Clásico español, principalmente por dos Razones: en primer lugar es una de las escasísimas obras que de Manuel Gago quedaron inéditas, y en segundo término, el autor trabajó a su entero gusto, sin sufrir las trabas de la censura a las que se vio sometida toda su producción, tanto por parte de las autoridades del régimen político anterior competentes en la materia, como de la empresa que tuvo la suerte de editar (y apropiarse) de sus mejores obras; tal empresa, la desaparecida editorial Valenciana, siguió ejerciendo una ridícula e hipócrita acción censora ya en tiempos del llamado estado de derecho que quedó plasmada a lo largo de las “Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz”; en esta serie, desaparecida la censura del sistema político anterior, Manuel Gago quiso ya expresarse libremente a través de sus personajes, lo que tan sólo consiguió parcialmente, debido a las restricciones que el director de la citada empresa le imponía, en aras del catolicismo, moral y rectas actuaciones hipócrita-conservadoras que los personajes”buenos” tenían que seguir exhibiendo.

El Inquisidor es obligado a convertirse en un "falso monje".

El autor quiso humanizar más a sus personajes, restándoles buenas dosis de fanatismo y concediéndoles su derecho a cuestionarse cualquier principio personal, político, social,...Así, vemos aparecer a Ramiro, el nuevo escudero del Guerrero, que, enamorado de la esposa de éste, llega a albergar sentimientos del todo contradictorios; o al mismo Guerrero del Antifaz, al que es fácil suponer unido sentimentalmente a Li Chin, pero sintiéndose atado a la Condesa de Torres y al hijo de ambos, Adolfito. Otro ejemplo de humanización del personajes nos lo muestran sus relaciones con Mohamed Kan, el hijo del peor enemigo que tuvo el Guerrero del Antifaz. También aparecen con claridad las injusticias de los Reyes Católicos, y de muchos señores feudales de la época.
La idea original de Gago y la portada definitiva. El título ha sido cambiado y los símbolos religiosos eliminados.


Pero hay un punto en que el editor le dice al autor;”Basta ya de inmoralidad”, e impone sus virtuosos criterios, cargados de humanidad y catolicidad medievales, y le explica a Manuel Gago que la Santa Inquisición no podía ser una institución malvada, que caballeros feudales de malévolos sentimientos no podían lucir cristianas cruces en sus yelmos, que los Reyes Católicos encarnaban las más tradicionales virtudes y bondades que el ser humano alberga en su alma... y un sin fin de etcéteras, lo que trae como consecuencia que los inquisidores hayan de ser transformarse en falsos inquisidores, por ejemplo en el monje Cicuta, que es malvado porque se hace pasar por inquisidor, suplantando así a tan excelsos y virtuosos personajes. Hay más ejemplos, que el aficionado que siguió las “Nuevas Aventuras del Guerrero del Antifaz”, posiblemente recuerde.

Una escena inequívoca. Lichín y El Guerrero vistiéndose.
El presente volumen de El Halcón Trovador que llega alas manos de los aficionados de la historieta clásica con doce años de retraso, fue concebida por el autor como una serie de fascículos de dieciséis páginas cada uno, en episodios no conclusivos; Manuel Gago tenía intención de publicarlo en la única editorial que é fundo, Ediciones Isval en 1979 (aclaro a quien no sepa que Editorial Maga fue un medio de vida que Manuel Gago proporcionó a sus hermanos, que así pudieron salir muy bien en aquella España difícil de los cincuenta.




































Los cuatro fascículos de “El Halcón Trovador” que el aficionado tiene ahora mismo en sus manos, fueron realizado en el verano de 1980, pocos meses antes de la muerte del autor; están realizados con esmero e ilusión, sin prisas. Manuel Gago era un ser humano de talla excepcional que, ni enfermedades ni las bajezas humanas más ruines podían hacer mella en él; pocos meses antes, en enero de 1980, el autor de “El Guerrero del Antifaz” tuvo que romper un contrato que había firmado con la empresa cinematográfica Globe Films, tras escuchar telefónicamente, por parte de quien dirigía entonces la Editorial Valenciana las siguientes palabras:”Usted no puede firmar ningún contrato con nadie porque el personaje lo tengo registrado yo a mi nombre”. Aún así, Manuel Gago siguió dibujando semanalmente un episodio de dieciséis páginas y portada, durante los escasos doce meses que le quedaban de vida. La retribución de cada episodio era de 27500 pesetas; cantidad con la que se tenía que conformar si quería seguir dibujando las aventuras de su personaje predilecto, ay que éste le había sido sustraído, sin que mediara venta ni contrato alguno, en 1946 por Juan Bautista Puerto Belda, que registró título y dibujo a su nombre.

Los originales de la obra de Manuel Gago fueron hechos desaparecer por los herederos del mencionado individuo, con lo que desapareció la posibilidad de instituir un museo que albergara la extensísima producción de este autor.

En la actualidad, ellos siguen poseyendo el registro legal de los principales personajes creados por Manuel Gago. Los daños causados, primero al autor, y luego a sus herederos legales, por Juan Bautista Puerto y sus herederos son incalculables, e irreparables desde mi punto de vista, pase lo que pase en cuantos pleitos puedan ser entablados contra esto individuos. Aquí se impone aquello de “confiar en la justicia divina”.

Para acabar con esta introducción que no he podido evitar que sea algo extensa, tan sólo me queda informar al lector que la historia quedó inacabada a causa de la muerte de autor, un doloroso 29 de Diciembre de 1980; por ello, el guión y dibujo de las diez últimas páginas los he realizado yo, antes que nada como homenaje a mi padre, y para posibilitar al aficionado el conocimiento de esta obra inédito de Manuel Gago, tan distinta de su producción conocida, absolutamente toda ella sometida a los estragos de los censores, tanto profesionales como aficionados.

Manuel Gago Quesada

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